Es el día en el que inclinamos nuestras cabezas por las niñas que fueran víctimas de acoso y violencia sexual por parte de padres, hermanos, abuelos, tíos y otros hombres «cercanos». Por las que fueran víctimas primero de un pariente y luego de un proxeneta, que las empuja primero a la adicción a las drogas y luego a la prostitución y las transforma en un objeto sexual que se puede vender una vez y otra, y otra y otra más al mejor postor, hasta que queda satisfecho o se siente hastiado.
Recordamos a las niñas que fueran torturadas, violadas y asesinadas en los llamados «asesinatos por el honor familiar» o sólo por crueldad y maldad, y a quienes ha vuelto a matar la indiferencia y la soledad.
Es el día en que recordamos también a la pequeña Rose, la de la sonrisa triste, una niña a la que nadie quiso lo suficiente como para defenderla de los incesantes ataques de sus propios familiares más cercanos. Ataques que terminaron en asesinato. Y a todas las niñas que son víctimas de abusos y ataques similares en este mismo instante y las que lo serán en los próximos días, en las próximas semanas y los próximos meses.
25 de noviembre es el día en que nos unimos a las mujeres que son víctimas de la violencia cotidiana de un compañero violento. A aquellas a quienes la «violencia en la intimidad» las oprimió y las transformó en «mujeres golpeadas». A aquellas a quienes una ráfaga de celos violentos les hizo perder la vida.
A las mujeres que se vieron obligadas a permanecer junto a un marido violento o maltratador, porque el sistema judicial en Israel no les permitió divorciarse o separarse de él.
A aquellas a quienes la situación económica, la presión social o la falta de alternativa las obligaron a permanecer en un hogar donde corrían peligro.
Y a todas las mujeres que también hoy, mañana y pasado, seguirán sufriendo maltrato físico y psicológico en sus casas, y serán asesinadas por un marido celoso y posesivo.
Es el día en que volvemos a ver el milagro de la valentía y la supervivencia de las mujeres que fueran víctimas de violación, abuso y acoso sexual. Mujeres jóvenes que fueran abusadas y aprovechadas por hombres en quienes confiaban y con quienes compartían alguna parte de sus vidas. Mujeres que fueron obligadas a tener relaciones sexuales con un amigo y a veces con amigos del amigo. Mujeres que fueron acosadas o abusadas sexualmente por sus empleadores, colegas, profesores, líderes espirituales y religiosos, médicos, psicólogos, maestros.
Mujeres que esperaban y pedían justicia al sistema judicial israelí y se toparon con una gran pared, con indiferencia, ineficiencia y hasta con la culpabilización de la víctima.
El Día del Recuerdo es, por naturaleza, doloroso, difícil, triste. Su función es recordar cosas difíciles de recordar.
De todos modos, es más fácil recordar cuando después del Día del Recuerdo llega el Día de la Independencia, que trae la esperanza y alivia un poco el dolor y la desesperación. Pero el Día de Recuerdo de las Vïctimas de la Violencia de Género no nos lleva a ningún Día de la Independencia. La situación de las mujeres en Israel no mejora y puede llegar a empeorar en vista de la crisis económica global y sus consecuencias sociales. Los terribles hechos descriptos siguen sucediendo en Israel y la pregunta es por qué, y por qué no se avecina ningún cambio.
Entre otras cosas porque para cambiar, para liberarse, para lograr la independencia, no es suficiente recordar, también hay que luchar. Hay que ponerse de pie juntas, como grupo, establecer metas colectivas, presentar exigencias y luchar por ellas. Hay que unir fuerzas, cerrar filas, actuar con solidaridad y en conjunto. También junto a los hombres no violentos, no abusadores, no acosadores, que quieran unirse a esta lucha.
Junto con ellos debemos exigir de nuestras autoridades leyes civiles de matrimonio y divorcio. Exigir de nuestro sistema de justicia un trato respetuoso y humano. Exigir de la policía que haga cumplir la ley y nos proteja. Exigir que haya educación para la igualdad y el respeto mutuo. Exigir en los lugares de trabajo protección contra el acoso sexual. Exigir de quienes nos rodean que no sean indiferentes y tengan su propia idea sobre el asunto. Exigirnos a nosotras mismas valentía y apoyo mutuo.
Si sabemos luchar por mejorar nuestras condiciones de vida como grupo, ésa será una lucha contra la violencia de género que nos llevará a la independencia y no se terminará en el recuerdo de las víctimas. Hasta entonces, la lista de víctimas que habremos de recordar sólo aumentará.
Fuente:
Dra. Orit Kamir (Ynet)
*Iom Hazicarón es el Día de Recuerdo y Homenaje a los Soldados Caídos en las Guerras de Israel y en Atentados Terroristas. Al término de este día solemne se celebra el Día de la Independencia.