La embajadora de Dinamarca en Israel se solidariza con Tzipi Livni

El 1 de septiembre pasado presentó sus credenciales diplomáticas la nueva embajadora de Dinamarca en Israel,Liselotte Plesner, ante el presidente Shimon Peres. Poco antes del acto, la embajadora debió pasar junto con los demás diplomáticos el rito del saludo y estrechar la mano a todos los miembros del servicio diplomático. Sólo que, en su caso, todos se dirigían a su marido que la acompañaba, Nicolai, y felicitaban al «nuevo embajador». «Al principio nos resultó divertido. Le daban tarjetas de presentación y le decían frases sobre expectativas de cooperación y trabajo conjunto. Incluso me pareció que él lo estaba disfrutando. Hasta que dije: ‘momento, yo soy la embajadora aquí'».

No es ésta la primera vez que Plesner – diplomática de 48 años de edad – se topa con este tipo de reacciones. En su cargo anterior, cuando era directora del Departamento Político del ministerio de Relaciones Exteriores de su país, solía concurrir a las reuniones acompañada por su asistente personal, un muchacho unos cuantos años más joven que ella. Tanto en Bruselas como en otras capitales europeas, todos pensaban que él justamente era el diplomático y ella la asistente que lo acompañaba.

«Esto muestra que todavía hay mucho camino por andar», dice la embajadora. «En Dinamarca, como en otros países de la región, hay una situación de bastante igualdad para la mujer, pero eso es en cierta forma un mito. En el ámbito privado prácticamente no existe y en el ámbito público hay muchas mujeres en los cargos menores y, a medida que se asciende en el escalafón de pronto ves sólo hombres. Hay mujeres en nuestro parlamento y 50% de los diplomáticos jóvenes son mujeres. Pero en el nivel de directores la mayoría son hombres», explica.

En Israel hay hay 85 representaciones diplomáticas extranjeras, 15 de las cuales están a cargo de una mujer. Israel tiene 95 representaciones en el mundo y en sólo 11 hay una mujer a la cabeza. Entrevistada por el periódico Haaretz, la embajadora Plesner dice buscar inspiración en las mujeres que llegaron a altos puestos en la política europea. Carme Chacón, por ejemplo, que tiene sólo 37 años y es la ministra de Defensa de España. Rachida Dati, de 43 años de edad, la ministra de Justicia francesa. Plesner relata que trabajó, en el marco del puesto que ocupaba en la Cancillería, en contacto directo con miembros del ejército danés, represntantes de la OTAN y otros organismos militares. «Hablábamos sobre Irak, Irán, y sobre el proceso de paz en Medio Oriente», relata Plesner. «Nunca tuve ningún problema, al contrario, recuerdo que había una cooperación especialmente buena y fructífera. Una mujer sin duda puede lograr eso».

Sin introducirse en los laberintos de la política interna israelí y sin decir – por supuesto – cuál es el candidato que apoya, Plesner asegura que se sorprendió mucho, y no precisamente para bien, con aquella famosa pregunta que dirigieron a Tzipi Livni sobre quién atenderá el teléfono a las tres de la madrugada. «¿Le habrían preguntado algo así si se tratara de un hombre? Mi impresión sobre Livni es excelente. No juega con su femineidad y no trata de congraciarse con la gente. Se ve como una persona extremadamente profesional y no alguien que busca atajos sólo para caerle bien a alguien», advierte.

Ése es precisamente el modelo que la propia Plesner exhibe: ni femenino ni masculino, sino profesional. «Las mujeres tienen que avanzar y no pensar si están actuando de acuerdo con los códigos masculinos, o sea duros, o femeninos, o sea más suaves y delicados. Hay que salir de esa forma de pensamiento de hombre-mujer. Una mujer, al igual que un hombre, debe saber hacer bien su trabajo. A veces se dice que hay que dejar que actúen las mujeres allí donde los hombres fracasaron. También esto es un error: las mujeres no son mejores que los hombres. Todo lo que hay que hacer es tomar las decisiones correctas y dirigir. Y eso no tiene nada que ver con la cuestión de hombre-mujer», asegura la embajadora Liselotte Plesner.

Infertilidad en El Líbano: ¿Tabú o negocio?

 Beirut.-Hace tan sólo dos años el First National Bank de Líbano entrevió un nuevo negocio especialmente rentable: financiar operaciones de cirugía estética. Ahora, la entidad financiera abrió una línea de crédito para tratamientos de reproducción asistida.

La oferta capturó de inmediato la atención de los libaneses, sobre todo porque la infertilidad ha sido durante mucho tiempo un tabú en su país y en todo Cercano Oriente.

«Desde que a mediados de agosto se lanzó la publicidad del programa en todo Beirut hemos recibido entre 200 y 250 llamadas diarias de interesados», dijo Mahir Mezher, jefe de marketing y creador de la campaña.

El FNB no es ajeno a los préstamos poco tradicionales. En 2006 ofreció créditos para intervenciones de cirugía estética con el eslogan «La belleza ya no es un lujo».

La nueva campaña se publicita con el lema «la fertilidad ya no es un problema». Con esta línea de crédito, un asalariado con contrato estable puede recibir un préstamo de hasta 7 mil dólares para dos o tres tramientos de fecundación in vitro, que puede ir pagando en un plazo de tres años.

«El préstamo es mucho más flexible que un crédito personal. En primer lugar, hay garantía de confidencialdiad, es decir que los clientes no precisan revelar su identidad al banco, pues lo contactan a través de su médico», explicó Mezher en conversación con dpa.

Además, a diferencia de los créditos personales, para estos préstamos, siempre que no superen los 3 mil dólares, no se precisan garantías. Por último, se trata de «préstamos giratorios», lo que significa que se puede seguir ampliando el crédito durante el periodo de su cancelación mientras no se supere el límite de 7 mil dólares.

Según un ginecólogo del hospital de la Universidad Americana en Beirut, la reproducción asistida se está convirtiendo en un proceso común en Líbano, pese a la naturaleza tabú de los problemas de fertilidad.

«Hay 20 centros que tratan la infertilidad en Líbano. El hospital Universidad Americana cobra 2 mil 500 dólares por tratamiento de fecundación asistida y lleva a cabo entre 60 y 100 intentos al mes», añadió Mezher.

El préstamo también puede financiar la conservación de células madre, lo que según Mezher cuesta entre 2 mil 600 y 2 mil 800 dólares. En este proceso se extrae sangre del cordón umbilicar cuando nace el bebé. La sangre se envía al Reino Unido, donde se la mantiene esterilizada durante 25 años.

Estas células madre pueden emplearse para tratar enfermedades e incluso parientes cercanos de las personas de origen podrían llegar a beneficiarse de ellas.

«Las células madre serán un tema candente durante los próximos 50 años», pronosticó Mezher, quien confía en que se reconozca la visión de futuro del FNB.

No obstante, Mezher también espera que la nueva iniciativa sea objeto de muchas más criticas que la de la cirugía plástica, que provocó protestas de personalidades religiosas, según quienes se estaba comerciando con el cuerpo humano.

«El objetivo de nuestro primer crédito fue ayudar a la gente y decirle que podía estar guapa con nuestra ayuda. Ahora, con este crédito para reproducción asistida vamos a ayudar a iluminar la vida de la gente», afirma Mezher.

Fuente: Diario Milenio

Prohibidas las mujeres en Jerusalem

Más de un año después de haber llegado al país subí en cierta ocasión a un autobús en Jerusalem, desde donde quería llegar a la ciudad donde vivo, Modiín. Era una línea que no conocía, así que al subir intenté averiguar dónde podía bajar y cuánto costaba el viaje. Pero, unos segundos después, se armó un escándalo en el colectivo, y me tardó un instante darme cuenta que esas quejas y gritos eran para mí, que llevaba puesta una falda corta. Me dí vuelta y ví un autobús repleto de judíos ortodoxos – hombres de lado izquierdo y mujeres del derecho – que me exigían que bajara inmediatamente y vociferaban que no tenían la más mínima intención de viajar conmigo. De esa manera me enteré que hay una línea de autobuses que prácticamente pertenece a los ortodoxos, y que son los pasajeros los que generalmente deciden quién se queda y quién se va.

 Debo señalar que en otra ocasión, en la que vestía pantalones, una mujer se acercó y me pidió con amabilidad y una sonrisa si podía ponerme el saco porque mi camisa tenía mangas cortas y se me veían los brazos. El pedido fue tan respetuoso que de inmediato le respondí que sí y me disculpé por no haberme dado cuenta antes. Casi una hora después, cuando estaba por bajar del autobús, la mujer se volvió a acercar para darme las gracias.

 En otra ocasión, subí a un autobús de línea, común, corriente, en pleno centro de Jerusalem. Yo iba en el primer asiento – donde me gusta ubicarme para observar todo el panorama – detrás había una mujer embarazada y los demás asientos estaban tooooodos libres. De pronto subió un señor, ortodoxo, y me anunció haciendo gala de toda su antipatía y su falta de educación, que tenía que levantarme de allí porque «los asientos de adelante son para los hombres». «Éste no sabe con quién se metió», pensé, lo miré y le sonreí con sorna.

 Después de «debatir» un par de minutos sobre «dónde está escrito» y «de dónde obtuvo el derecho a imponer su propia ley en un espacio público», le hice saber que si tiene algún problema para sentarse al lado de una mujer – en este caso yo – sencillamente es él quien debe buscarse otro lugar. Por último le comuniqué que «si me hubiese pedido con respeto y buenos modales si POR FAVOR puedo cambiar de asiento, de inmediato yo le habría dicho que sí, por respeto a él y sus convicciones. Pero dado que él no me respeta, yo tampoco me siento en la obligación de respetarlo». Solamente obtuve algunos insultos a modo de respuesta, y el hombre se quedó parado en medio del pasillo, convencido de que había tenido la mala suerte de empezar el día cruzándose con una pobre mujer, tan equivocada como loca.

 Quizás por eso – y por muchas otras anécdotas que escuché de concidas y conocidos – no me tomó del todo por sorpresa una noticia que se dio a conocer esta semana. La empresa de transporte público «Egged» se negó a vender un espacio publicitario a un partido político independiente que se presenta en la campaña electoral para la Intendencia de Jerusalem. El motivo, según lo explicaron voceros de la empresa responsable de la publicidad, es que no se puede mostrar fotografías de mujeres en los autobuses– hay dos candidatas a concejales en ese partido – ya que los ortodoxos suelen atentar de distintas maneras contra ellos y hasta incendiarlos.

Aclaro que en estos días puede verse el rostro de todos los candidatos hombres en los autobuses que circulan por Jerusalem.

 

 

 El partido, «Hitorerut ierushalmim» (Despertar de los jerosolimitanos) no ha logrado por el momento más que una larga serie de excusas y explicaciones huecas de distintos burócratas. Pero, en la práctica, nada.

Tengo consciencia de que el tema no es nuevo, tiene la misma edad que la sociedad israelí. Que el «poder de convicción» ultraortodoxo utiliza distintos métodos, tales como el boicot a supermercados y cadenas de distribución de alimentos, y la manipulación del enorme potencial económico que posee. Las preguntas que me hago hoy, al observar una vez más este cuadro de situación son básicamente dos: dónde está el límite y quién será capaz de imponerlo.

 

 

 

Egipto: El primer condenado por acoso sexual

 

Un hombre, de 36 años, se convirtió en el primer condenado en Egipto por acoso sexual después de que un tribunal en El Cairo lo sentenciara a tres años de cárcel por tocar a una mujer sin su consentimiento.
Aparte de los tres años de cárcel, el tribunal penal de Abasiya, en el norte de El Cairo, ha condenado al conductor de camionetas Sherif Gomaa a pagar una indemnización de cinco mil libras egipcias (unos 670 euros). Además, el condenado no podrá beneficiarse de ningún privilegio penitenciario durante el tiempo que permanezca en la cárcel.El acusado fue denunciado por su víctima Noha al Ostaz, de 27 años, productora de cine documental. La joven explicó que el acoso se produjo a plena luz del día, en el elegante barrio de Heliopolis.

Dado que sólo las partes implicadas y sus abogados pudieron entrar a la sede del tribunal, fuera de él se reunieron numerosas organizaciones pro derechos de la mujer. Entre ellas se encontraba Enyi Gazlan, integrante del Centro Egipcio de Derechos de la Mujer (CEDM), quien dijo estar «feliz, porque soñábamos con que uno de los numerosos acosadores que molestan a las chicas en la calle haya recibido un castigo justo.»»Además, estamos contentos por el fallo, ya que nosotros no esperábamos una condena de más de seis meses o un año- agregó la activista-. Esta sentencia hará que los acosadores piensen antes de actuar».

Según un estudio reciente del CEDM, una de cada tres mujeres sufren a diario acoso en los lugares públicos en Egipto. Dicho estudio indica que «la vejación más común -que se da en un 40 por ciento de los casos- son los tocamientos, especialmente en el transporte público, seguido por el acoso verbal que va desde alusiones sexuales a insultos de todo tipo».

Este centro, junto con otros organismos que luchan por los derechos de la mujer, iniciaron recientemente una campaña para obtener 1 millón de firmas para pedir una legislación más estricta contra los ofensores.

Por el momento existen tres artículos en el Código Penal que castigan los delitos de comportamiento indecente e insulto, pero son muy difíciles de aplicar en la práctica debido a que exigen pruebas prácticamente imposibles de reunir y requieren de procedimientos sumamente complicados.

 

Crímenes por honor: Durmiendo con el asesino

 

En los primeros ocho meses de este año, al menos 29 mujeres resultaron muertas por crímenes de honor en Siria.

Esta semana se realizó en estos días un foro de tres días sobre los crímenes de honor, en el que participaron religiosos musulmanes y cristianos, parlamentarios, abogados y funcionarios del ministerio de Justicia y Bienes Islámicos, que lo ha organizado en forma conjunta con la Comisión Siria para los Asuntos de Familia. Este tipo de violencia es protegida por la Constitución siria, que impone penas reducidas cuando un hombre mata a la esposa, madre, o hermana «en caso de adulterio o de contactos sexuales inmorales con una tercera persona». La mayoría de los participantes en el foro recomendaron derogar esas leyes y pidieron a líderes religiosos musulmanes y cristianos que prediquen contra estos crímenes.

Pero no todos estuvieron de acuerdo. Al menos tres diputados que estaban allí presentes se opusieron a las conclusiones del foro y advirtieron que no apoyarán semejante propuesta si es sometida a votación parlamentaria.

 

¿De qué hablamos cuando hablamos de muerte por honor?

En Irak, una joven de 19 años fue asesinada por sus familiares por tener el número de teléfono de un desconocido (para ellos) en su celular. En la ciudad israelí de Ramleh, el deseo de libertad de Nadia Abu Amar no pudo ser tolerado por su propia familia. Ni siquiera el hecho de haber escapado a un refugio para mujeres en Jerusalem pudo salvarla de ser asesinada por sus parientes varones para «salvar el honor de la familia». El jefe de policía regional que investigó el caso de Nadia en Ramleh, indicó que incluso si una mujer árabe habla por su teléfono celular o le sonríe al hombre se considera que ha violado el honor de su familia.

Casos como estos se repiten a diario en todo Medio Oriente. Cientos de mujeres y niñas son asesinadas cada año por sus familiares, que consideran que han hecho un «mal uso» de su sexualidad. Además, gran parte de estos crímenes no se denuncian, ya que se consideran asuntos familiares privados.

Esta arraigada costumbre proviene de las poderosas y estrictas normas tribales pre-islámicas del mundo árabe, según las cuales la mujer es reponsable por la decencia de su familia y su grupo social, y los hombres deben defenderla a cualquier precio. Una mujer o niña deben pagar con su vida cualquier deshonor y son las únicas responsables de la protección de su virginidad. La pérdida de la virginidad, considerada el bien más preciado, en cualquier incidente que no sea «un buen matrimonio», conduce inevitablemente a la muerte. Incluso víctimas de violación han sido castigadas, ya que no importa si la virginidad o el honor se perdieron con o sin consentimiento de la mujer.

Entendidos en la materia que interpretan el Islam desprovistos de fanatismo aseguran que es sorprendente que las familias justifiquen los asesinatos por honor en nombre del Islam , ya que no es posible encontrar una sola norma o precepto que así lo mande. Para el caso de adulterio , explican, el Islam tiene previsto un procedimiento legal y describe todos sus pasos, pero en ningún momento contempla el asesinato.

 

 Las mujeres, víctimas de las circunstancias políticas

El sitio web «CSMonitor» informa que desde que comenzaran los enfrentamientos entre las facciones palestinas Hamás – que domina de facto la Franja de Gaza – y Al Fatah – al frente de la Autoridad Nacional Palestina – han aumentado notablemente los asesinatos por honor de mujeres palestinas. Debido a la continua violencia entre las partes, a la falta de recursos y de conocimientos, la Autoridad Palestina no ha sido capaz de desarrollar un marco coherente y constructivo para luchar contra los asesinatos por honor y, en general, contra la violencia que padecen las mujeres.

En general, y en toda la región, puede señalarse la complicidad por medio del silencio y la inacción de políticos y legisladores ante la vigencia de las leyes tribales fundamentalistas. Se puede concluir, entonces, que a menos que exista una reforma social endógena de los conservadores dentro de las sociedades, islámicas y no islámicas, cualquier esfuerzo externo e incluso legal será inútil.

Así las cosas, las mujeres viven bajo un régimen de miedo y opresión incluso en el ámbito donde deberían sentirse más cómodas, respetadas y tranquilas: el hogar y la familia. Y los asesinos, no sólo caminan libremente sin que nadie se atreva a cuestionar sus crímenes, sino que se consideran defensores del honor y la justicia.

 

 *Los datos incluidos en esta nota fueron obtenidos en las siguientes fuentes: «The Independent», «Boston Globe», «CSMonitor».

«Vengan, asesiné a mi esposa»

 

A plena luz del día, en una calle de la ciudad israelí de Ashdod, Gilbert Fadida (50) asesinó ayer a su mujer, Rosy. La apuñaló decenas de veces, la degolló y por último le arrojó una piedra sobre el cráneo.

Rosy Fadida, víctima de su ex marido

 

«Estábamos sentados en la sucá (cabaña), toda la familia, a punto de comer. De pronto escuchamos los gritos histéricos de una mujer que decía ‘tiene un cuchillo, me va a matar’. Yo me levanté y ví cómo el hombre levantaba bien alto su mano con el cuchillo rápidamente y la volvía a bajar, decenas de veces, apuñalándola, con total frialdad, y miraba a su alrededor. Después le tiró una piedra. Ella cayó detrás de un árbol y todo su cuerpo se llenó de sangre», relató una vecina. «Fue my rápido, alcanzamos a cruzar mientras le gritábamos que la dejara y cuando llegamos se detuvo y nos miraba, sin mostrar ningún signo de nada. Ni siquiera intentó escaparse. Fue tremendo».

Rosy Fadida se casó con Gilbert hace 30 años. La pareja tiene tres hijos (35,35 y 20) y una nieta. Hace 11 años se divorciaron, pero el vínculo nunca se cortó. Rosy mantenía a la familia con su trabajo en una institución geriátrica y Gilbert pasó la mayor parte de los años de vida en común desempleado, siendo adicto a las drogas y varias veces detenido por distintos delitos menores. Últimamente había cumplido una condena y fue liberado hace unos pocos días.

León, el hermano de Rosy, aseguró que este hecho era previsible. «En el pasado ella me llamó varias veces cuando él le pegaba. Intentamos convencerla de que no viviera más con él, pero ella era un alma pura, que sólo quería preservar su familia y lo recibía cada vez que él volvía a casa pidiendo disculpas y rogándole que lo volviera a aceptar. Más de una vez le dijimos que todo esto podía terminar en una desgracia», explicó.

La policía detuvo a Gilbert Fadida en el lugar del asesinato, halló el cuchillo y también pudo establecer que el hombre llamó a sus hijos para contarles que su madre había muerto y a un amigo, a quien le dijo: «vengan, asesiné a mi esposa». Durante el interrogatorio, no negó los hechos y sólo atinó a decir: «no sé qué me pasó»….

 

Algunos datos de la realidad

Desde enero a noviembre de 2004 fueron asesinadas 11 mujeres por sus parejas. En 2006 fueron 13 y en 2007, fueron 12.

En el año 2006, según la oficina para el «Progreso de la Mujer» perteneciente al despacho del primer ministro, fueron presentadas 19.973 denuncias de violencia en la pareja (1% menos que en 2005). De ellas, 15.520 fueron presentadas por mujeres (2,6% menos que en 2005). 44% de las mujeres permanecieron un mes en un refugio para mujeres golpeadas y se registró un aumento del 11% en el número de mujeres que permanecieron más de dos meses en un refugio.

En el año 2006, las autoridades recibieron 2.466 denuncias de ataques sexuales a mujeres por parte de la pareja o un integrante de la familia. En 1.511 casos el atacante fue un amigo o conocido, 914 en situación de «relaciones desiguales», tales como empleada-empleador y similares. También hubo 143 casos de ataque durante una cita a ciegas o concertada a través de Internet, y 998 mujeres denunciaron haber sido atacadas por un desconocido.

Más allá de las denuncias, la reacción policial – no siempre suficiente ni eficaz – y el accionar de la justiicia, es evidente que todos esos mecanismos se ponen en marcha cuando otros ya fracasaron. Un programa de prevención de la violencia familiar debería abarcar diversos ámbitos, comenzando – sin lugar a dudas – por el de la educación. Los medios de comunicación podrían ser herramientas más que útiles para este objetivo y cada una de las instancias nacionales que tienen alguna relación con el tema (educación, bienestar social, salud, el parlamento), deberían replantearse su rol y su grado de eficiencia en la lucha contra este terrible fenómeno social.

Incluso en condiciones óptimas, con el mejor de los presupuestos y la máxima buena voluntad, la policía jamás podrá montar una guardia permanente junto a cada mujer amenazada por la violencia de su pareja, o controlar lo que sucede entre las cuatro paredes de una casa, en la intimidad. Lo que hace falta – y por más que se haya dicho hasta el cansancio vale la pena volver a decirlo – es educar a los niños y adolescentes para que no caigan en el maltrato y la violencia y enseñar a cada niña y adolescente, que nadie se merece un golpe, que ningún error, falta o falencia justifican un maltrato y que no hay motivo alguno para que alguien las haga sentir que no valen nada.

Toda mujer debería aprender, con la misma naturalidad con la que aprende a vestirse y maquillarse, que el miedo paraliza y no se vence sin ayuda. Que pedir ayuda salva y que, ante el maltrato, la violencia, la humillación o el desprecio, hay que protegerse y salvarse. Que después de un ataque, el silencio es una puerta abierta a un nuevo ataque, que los cambios no se producen por arte de magia y los perdones no curan las heridas del cuerpo ni del alma. Y mucho menos garantizan que no habrá un nuevo comentario despectivo y descalificante, otro insulto, un nuevo empujón e incluso una nueva paliza, la semana próxima o quizás mañana.

 

19 de octubre: Día de «TODAS SOMOS LAILA» de los bloggers del mundo árabe

  

 

 

En el año 2006 un grupo de mujeres bloggers egipcias decidió que había llegado «el momento de hablar fuerte»para romper la barrera del género, ser escuchadas, compartir experiencias propias y de otras mujeres respecto de las injusticias».

Laila es la heroína del libro «La puerta abierta», de la novelista Latifa Al Zayat, sobre el cual se hizo luego una película.

 

 

Una de las bloggers, Lasto Adri, escribó:  

«La idea detrás de «Todas somos Laila» comenzó con Laila, una mujer que le confiaba sus preocupaciones a la otra Laila. Pronto se convirtieron en tres, luego en cinco y después más de 50 mujeres, que descubrieron que a pesar de lo diferente de sus circunstancias, ideas y prioridades, todas eran Laila al fin y al cabo. Laila es tu contemporánea, una muchacha egipcia que enfrenta diferentes circunstancias en una sociedad que eleva la posición de los hombres y deja de lado a las mujeres. A nadie le importó sus sueños ni sus ideas y lo que ella quería lograr en la vida. A pesar de todo esto, Laila, que había sufrido de discriminación desde su niñez, fue capaz de mantener su fe en ella misma, y su rol como mujer igual en importancia a los hombres – ya sea en casa, en el lugar de trabajo, en el colegio o en la sociedad en general.

Elegimos a Laila porque es una historia egipcia, que refleja mucho lo que atravesamos y las presiones acumuladas en nuestra sociedad, sus tradiciones y puntos de vista a lo largo de la historia. Esto no siginifica que los bloggers de otros países árabes no puedan participar en esta iniciativa, pues la cultura que oprime a Laila también existe en ellos.

Nuestro propósito en este día es darle a Laila la oportunidad de hablar y de escuchar que otros hablan de ella, y que sepa que no está sola en el rechazo y enfrentamiento de la injusticia que ha sufrido. Nuestra meta es tener una voz que exprese nuestro sufrimiento pues estamos hartos de que otros hablen en nuestro nombre. Nuestra meta mayor es compartir con ustedes un aspecto esencial de nuestra existencia, una parte que es cuidadosamente escondida dentro de tu hermana, esposa y compañera de trabajo… y una parte con la que estás contribuyendo consciente o subconscientemente a veces».

Con el tiempo, la iniciativa fue creciendo y se incorporaron mujeres de muchos otros países y hombres. El 19 de octubre fue elegido este año como el día en que se conmemora en todos los blogs egipcios y de otros lugares el «Día Todas Somos Laila». La convocatoria fue realizada por sus organizadoras en los siguientes términos:

 «El Día de Laila es un llamado a la revisión de los valores e ideas dominantes relacionados con las mujeres y cómo la sociedad las promulga sin ninguna consideración de su impacto en las propias mujeres. La convocatoria no pretende difundir un determinado valor o cultura sino un llamado a examinar y realizar una autocrítica de nuestro propio comportamiento diario, con un verdadero deseo de cambio, y purificar nuestras actitudes en la vida cotidiana que responden a las tendencias de opresión – consciente o no – de la parte más débil de la sociedad, en lugar de hacer frente a sus causas reales. Por lo tanto, la participación es abierta para todos y cada uno, desde Egipto y todos los países árabes, hombres y mujeres, bloggers y simples ciudadanos que deseen hacer oir su voz y compartir su experiencia en Internet. Todos tienen la más absoluta libertad de expresar sus opiniones como lo deseen, siempre y cuando realmente crea en ellas y se hagan responsables por ellas de modo personal, y estén dispuestos a defenderlas de cualquier eventual ataque u opiniones contrarias que pudieran surgir. Además, debe tener verdadera predisposición al cambio si se da cuenta o se convence de que estaba equivocado».

 Quienes estén interesados en participar, pueden hacerlo (en árabe o inglés) en http://kolenalaila.com/

Historia de una mujer egipcia: «Mis hijos, una copia del padre»

 (Segunda parte)

 

Lo más terrible, para mí, es que mis dos hijos se han convertido en copias de su padre. Ellos creen en las ideas en las que él cree. Mi hijo, en la universidad, se ha convertido aún en más fanático que su padre e incluso más decidido a salvar al mundo de los pecados y de la falta de fe de quienes no aceptan las ideas que vienen del Libro de Alá y de las tradiciones del Profeta. Mientras que su padre está satisfecho con las palabras, nuestro hijo cree que estas ideas no pueden imponerse por medio de la persuasión suave y que debe usarse la fuerza.

El ejemplo más terrible de esto lo viví el 11 de septiembre de 2001. Lloré durante horas cuando mi hijo llegó a casa de la universidad alabando lo que había sucedido en Nueva York. Lloré, no sólo por las miles de personas inocentes que perdieron la vida en ese atentado terrorista sino mucho más aún por la violencia y el odio que habían echado raíces en la mente de mi hijo, que se alejaba por completo de lo que yo esperaba del fruto de mis entrañas.

Se podría pensar que lo de mi hijo es un hecho aislado o un caso de insanía, pero él me ha contado que cientos de sus amigos celebraron y elogiaron los ataques tal como él lo hizo, y los describieron como una guerra en la que son cosumidos todos los que no son musulmanes como ellos.

Tengo la seguridad de que esta actitud no se limita a la gente pobre, a los desocupados o marginales, tal como algunos quieren simplificar este grave problema cuando oimos hablar de ataques terroristas. Mi casa está en un buen vecindario y mi marido – después de haber transformado sus tormentos en una especie de arte – sólo se ha dedicado a obtener la mayor cantidad de dinero de sus tiendas. Este hombre, religioso, confiable, decente, con su larga barba, su vestimenta islámica y sus rezos constantes, no paga impuestos, a pesar de sus grandes ganancias y falsifica documentos para justificar que ha sufrido pérdidas y está prácticamente en bancarrota.

Mis hijos asisten a la escuela y a la universidad y esperan poder heredar una gran cantidad de dinero de su padre para poder contraer matrimonio rápidamente y tener hijos, e implantar en los corazones y las mentes de sus niños las más violentas ideas, que su padre ha implantado en ellos.

El fenómeno de los verdugos de las mujeres egipcias se está haciendo cada vez más común y, en mi opinión, la propagación del «virus» de la violencia irreligiosa, que usa a la religión como excusa está destruyendo la mente de nuestros jóvenes. Esto sucedió a partir de que se le permitiera a los predicadores difundir sus ideas y una vez que los periódicos, libros, micrófonos, escuelas, mezquitas y hogares les han abierto las puertas y permitido que pudieran lavarle el cerebro a nuestros niños y niñas. El daño a mí y a mis hijos es el resultado natural de lo que está sucediendo en nuestra tierra, ante los ojos de todos los defensores de los derechos de la mujer.

 

 

Historia de una mujer egipcia: «Mi marido, mi verdugo»

 

(Primera parte)

Mi esposo pensaba que la educación era algo apropiado para los niños, pero inútil para las niñas Su excusa era que yo, su esposa, graduada universitaria, inmediatamente después de mi matrimonio me había dedicado por completo a dar a luz y criar a los niños en el Islam, y que permanecí completamente separada de la educación de la sociedad no creyente. Mi esposo estaba de acuerdo en que nuestros hijos asistieran a la escuela y a la universidad , pero para nuestras cuatro hijas escogió una escuela religiosa cercana. Esta escuela está situada en la planta baja de un apartamento, y sólo acepta niñas. Su plan de estudios de ninguna manera se asemeja al programa de estudios oficial, de tal modo que el diploma que recibieron no es reconocido y no vale ni el papel en el que fue escrito.

Mis dos hijas mayores terminaron la escuela primaria allí. Después de eso, mi esposo decidió que debían quedarse en casa. Trajo a un jeque ciego para que fuera el encargado de continuar con sus estudios religiosos. Las otras dos son menores y todavía asisten a esa escuela, hasta que lleguen a la edad en que se quedarán en casa para completar sus estudios religiosos.

No me pregunten lo que mis niñas están aprendiendo. Ellas ignoran por compelto todo lo que se estudia en las escuelas oficiales y por supuesto de las privadas, que son mejores que las escuelas públicas. Mis hijas sólo saben leer y escribir, a pesar de que saben a la perfección el Corán y las tradiciones. La situación es completamente diferente para nuestros hijos, que siguen progresando y destacándose en escuelas públicas y universidades.

Me sentía muy mal por la vida que se ven obligados a llevar mis dos hijos y más de una vez he llorado al ver que no podían jugar con los vecinos, o ir al club los viernes y feriados, o al cine. Algunas veces les dí permiso para visitar a un vecino y que así pudieran ver televisión y escuchar la radio. Pero cuando mi esposo se enteró, castigó severamente a los niños, que eran inocentes, así que dejé de hacerlo.

 Mi intento de suicidio

Mi esposo solía darnos órdenes para hacer que las mujeres de la familia e incluso nuestras vecinas aumentaran sus méritos de cara al Día del Juicio. Y nosotros obedecíamos…

Un día me comentó que había visto a nuestra vecina en la puerta de su casa, semidesnuda y hablando con un hombre. Y me ordenó que fuera a verla e hiciera todo lo posible por encarrilarla y salvarla «.

Al día siguiente, envié a mis hijas pequeñas, envueltas en sus velos, a pedirle a mi vecina que me permitiera visitarla durante unos minutos. Después de recibir el permiso y asegurarme de de su marido no estaba en casa, me encontré con mi vecina. Yo estaba sorprendida al encontrarla vestida de la forma más corriente y discreta, con un respetable vestido, el mismo que había usado el día anterior cuando había abierto la puerta a un empleado del Ministerio de Energía para pagar su factura de electricidad.

Observé a mi vecina buscando la desnudez de la que había hablado mi esposo, pero sólo ví su cara y sus manos al descubierto. Le pregunté por qué no usa Niqab y ella se sorprendió muchísimo por mi pregunta. «¿Por qué debo usar un Niqab?», me respondió. «Mencióname un solo verso del Corán o Hadith (Tradiciones) que ordena que la mujer musulmana creyente, que observa los preceptos, deba vestirla. La religión hace concesiones,no es tan estricta, me dijo.

«A menudo me he angustiado por tí y por tus hijas e hijos», confesó mi vecina. «Todos nosotros nos hemos conmovido por el sufrimiento que tu marido te provoca. Mi esposo me preguntó más de una vez por qué aceptas seguir junto a ese hombre. «¿Por qué no lo deja y vuelve a la casa de sus padres o se va a cualquier otro lugar?» Personalmente, no entiendo cómo puedes tolerar esto, no sé por qué permites que tus hijos sean despojados de sus derechos más básicos, como el derecho a reír y a jugar con otros niños. Mi marido y yo, como todos los inquilinos en este edificio sentimos mucha rabia hacia tu marido y mucha simpatía por los niños. No comprendemos cómo puedes convivir un solo día con ese hombre de las cavernas…»

 Ella se sorprendió cuando vio que yo estaba de acuerdo con ella, pero que mi carácter es demasiado débil. Le expliqué que sus palabras no me enojaban, que estoy conciente de mi situación y que mi auto-crítica es peor que cualquiera de sus críticas. Admito que si yo no fuera tan débil mi marido no habría sido tan cruel conmigo y con los niños, yo soy la responsable de que hayamos llegado a esta situación en la que prefiero morir antes que seguir viviendo una vida que ninguna mujer podría aceptar.

Mi marido ha inventado su propia religión, que contradice por completo a aquella en la que fue criado. Soy una fiel mujer musulmana, y sin embargo he aceptado la estupidez de vivir con este hombre ignorante al que me han atado y que me ha hecho tener seis hijos.

Después de esta visita, mi rabia se multiplicó, al igual que el odio por la vida misma. Decidí hacer lo que ya había tenido intención de hacer docenas de veces, suicidarme, pero siempre había temido la ira de Alá por la comisión de ese delito. Al salir de la casa de mi vecina me inundaba una sensación de que Alá me perdonaría si llevara a cabo mi decisión y terminara con mi vida. No me parece que todos los años de matrimonio con mi verdugo fueran menos castigo que los que me podían esperar en el más allá por haber decidido quitarme la vida, algo que Alá el misericordioso ha prohibido a sus fieles.

Aproveché la oportunidad un día, cuando mi marido y mis hijos se habían ido a orar en una pequeña mezquita cercana. Fui a la cocina y, tras haber bloqueado la puerta, tomé un enorme cuchillo y corté las venas de mi muñeca. Me senté en una pequeña silla de madera y, al ver el flujo de sangre, sentí una sensación de alivio que no había conocido durante un cuarto de siglo. Comencé a murmurar mi pedido de perdón a Alá, pero Él quiso que quedara con vida.

Mis hijos y familiares estaban junto a mi cama con expresión de alegría, porque me habían salvado la vida. Sólo el rostro de mi verdugo estaba congelado, enojado, enfurecido. No pronunció ni una sola palabra de aliento o consuelo, sólo se dedicó a humillarme, y repetirme una y otra vez que yo había cometido un crimen imperdonable. «No creo que Alá te perdone, porque te ha traido de vuelta a la vida. Deberás pasar el resto de tus días expiando este gran pecado y rogaremos a Alá para que acepte tu arrepentimiento y haga de tí una mujer buena y creyente», insistía.

Esclavas domésticas

 

«Mi mucama es extremadamente fea. No puedo reprimir el impulso de abofetearla cuando la veo temprano en la mañana», se vanagloria entre risas un comerciante de la aldea libanesa de Ain Anoub, en las afueras de Beirut.

Un informe difundido en agosto por la organización Human Rights Watch reveló que por lo menos 95 trabajadoras domésticas migrantes fallecieron en Líbano desde enero de 2007. Alrededor de 40 de los casos fueron clasificados como suicidios, y 24 fueron reportados como producto de caídas desde elevados edificios, a menudo en un intento por escapar de sus empleadores.Tener trabajadoras srilankesas, filipinas y etíopes en casa es una cuestión de estatus social en Líbano, y en buena medida es la norma. La mayoría de ellas ganan menos del salario mínimo mensual de 300 dólares.

En 2006, Ray Jureidini, de la American University de El Cairo, encuestó a 600 trabajadoras domésticas en Líbano. El sondeo halló que 52% de ellas eran verbalmente abusadas. Más de 55% de las entrevistadas trabajaban más de 12 horas al día, y más de 21% superaban las 15 horas diarias.

 

El estudio mostró que 34% de las consultadas no tenían días libres de modo regular, 42% contaban con apenas un día libre a la semana, 4% tenía tiempo libre cada dos semanas y 2% una vez cada cuatro. A muchas no se les permitía un grado mínimo de privacidad: 9% dormían en el salón de la casa y 6% en la cocina.

 

«Mientras que una de las violaciones menos frecuentes es que los empleadores no provean a sus amas de llaves de un espacio propio, la más común es retener sus salarios o demorar los pagos, seguidos por el confinamiento forzado», dijo Nadim Houry, de Human Rights Watch.
En un incidente de abuso reportado en mayo de este año, los integrantes de una pareja de Koreytem –uno de los barrios más ricos de la capital libanesa y escenario de intensos enfrentamientos– encerraron a su trabajadora doméstica en el apartamento donde vivían con comida para pocos días, mientras ellos huían en busca de un lugar más seguro.

  

 Calle «Rafik Hariri», en el lujoso  barrio Koreytem, en Beirut. 

 Karunawati Welagader, una trabajadora doméstica srilankesa, relató que su hermana, empleada en el hogar de un funcionario del gobierno, estaba constantemente al borde de la depresión, hasta que volvió a su país de origen. En Líbano la encerraban y no le permitían hacer llamadas telefónicas.
«El caso de mi hermana no es inusual en un país como Líbano, pero sus condiciones de vida allí eran probablemente mucho mejores que las de otras trabajadoras, quienes además de ser encerradas a menudo no son alimentadas o vestidas de modo adecuado», sostuvo.
En Beirut es común ver niños libaneses acompañados de trabajadoras domésticas asiáticas en restaurantes, exclusivos centros turísticos en la playa o camino a la escuela.

Las mujeres libanesas parecen confiar en las trabajadoras domésticas en lo relativo a sus hijos, no así en lo atinente a su propiedad. Esto puede explicar por qué los pasaportes de 85% de las trabajadoras extranjeras son confiscados por sus empleadores. Los retienen para impedir que les roben y huyan.

Houry señaló que, aunque menos frecuentes, también hay abusos físicos, que a veces derivan en acoso y violación. El estudio concluyó que la mujer empleadora golpea a su ayudante doméstica en 61% de los casos, seguida por el hombre empleador (23%) y los hijos (11%).

En el estudio de Jureidini, 14% de las consultadas admitieron ser abusadas. Aproximadamente siete% declararon haber sido acosadas sexualmente. «Esta figura (el acoso sexual), sin embargo, podría ser más elevada, dado que muchos casos quedan sin reportar», dijo Houry. En 64% de los casos, fue el hombre empleador quien acosó a su ayudante contratada, y en 21% de los casos fue el hijo.

En Verdun, otro adinerado barrio de Beirut, un adolescente en una de las escuelas extranjeras hace bromas sobre el hecho de que su amigo prostituye a la trabajadora doméstica srilankesa de sus padres. «Mi amigo ofrece los servicios de su mucama por un precio dado. La mayoría de sus amigos han tenido una experiencia sexual con el ama de llaves en un momento u otro, cuando los padres no están en casa», relató.

 

Las trabajadoras domésticas extranjeras en Líbano no tienen casi ninguna protección. Bajo la ley libanesa no les corresponde un salario mínimo, y son excluidas de las leyes y regulaciones laborales. «En Líbano, las trabajadoras domésticas mueren a una proporción de más de una por semana», enfatizó Houry.

 

Fuente: Mona Alami. IPS.

 

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