Violación y post-trauma: La realidad israelí

Investigadores del Instituto Tel Jai en Israel realizaron un estudio en el que compararon, por primera vez, las reacciones a distintos tipos de traumas con el objeto de establecer quiénes desarrollan síntomas postraumáticos más graves. El estudio revela que las mujeres que han sido víctimas de una violación desarrollan síntomas de post-trauma mucho más graves que aquellos que sufren estrés postraumático por guerras, accidentes de tránsito, enfermedades graves o la muerte de una persona muy cercana.

En la investigación participaron 341 personas que vivieron situaciones traumáticas. Los participantes respondieron un cuestionario elaborado por científicos estadounidenses que mide el nivel de reacción postraumática sobre la base de datos relacionados con el pánico, imágenes recurrentes de recuerdos, flashes, pesadillas, sensación de desamparo, desesperación y depresión. El cuestionario también evalúa el grado de autoinculpación de la víctima.

Los investigadores hallaron que un 25,6% de las mujeres mostraron niveles graves de postrauma, frente a un 11,4% de afectados por otro tipo de situaciones traumáticas. «Las reacciones postraumáticas pueden observarse a través de pensamientos invasivos relacionados con el hecho, flashes, trastornos del sueño, o la sensación de que el hechoMIDEAST ISRAEL CREATIVE traumático domina la vida de la víctima, ataques de pánico y, como consecuencia, problemas y dificultades en la vida cotidiana», explica la Dra. Avigail Mor, una de las responsables de la investigación.

Las reacciones postraumáticas se desarrollan más allá de la reacción inmediata al hecho y diversas publicaciones médicas describen casos de reacciones que se producen mucho tiempo después de la vivencia traumática, semanas, meses e incluso años.

«El objetivo de la investigación es alertar al público y a las autoridades sobre la gravedad del trauma que provocan las violaciones y poner el tema en un lugar bien alto en el orden de prioridades y la consciencia pública», asegura Mor. Hay otros aspectos en los cuales los traumas son diferentes. Por ejemplo, en el caso de las violaciones el nivel de autoinculpación es mucho más grave que en los demás casos y se exterioriza mediante expresiones tales como «me comporté como una idiota», o «me lo merecía».

 

Según este estudio un 46,2% sintieron culpa por lo sucedido en muy alto grado, mientras que en los demás casos de postrauma la cifra alcanza el 20,4%.  «La culpa que sienten las víctimas de violación es consecuencia de la culpabilización social, que es internalizada por las víctimas y se transforma en culpa«, detalla la profesional.

Los responsables de la investigación aseguran que un trauma provocado en forma intencionada y dirigido hacia una persona en particular deja secuelas mucho más graves que otro tipo de traumas, como por ejemplo tras una guerra, donde el soldado se encuentra frente a un ejército, y la situación traumática no apunta exclusivamente a él. «En la violación, el ataque no sólo está dirigido a una persona en particular, sino también a su intimidad«, enfatiza la Dra Avigail Mor.

 

Promedio de casos de estrés post-traumático por año en Israel , según las causas que lo producen:

 Violaciones:  3.000CAR ACCIDENT

Guerras:  4.000

 Accidentes de tránsito:  30.000

Anuncio de una enfermedad grave:  20.000

Muerte de una persona cercana:  cientos de miles

 

Fuente de la información: Diario Haaretz

¿Será Justicia?

Hoy puede ser un gran día, dice el Nano, Serrat

Y hoy, en el Día Internacional de la Mujer, la Fiscalía israelí decide que el ex presidente Moshé Katzav – acusado de graves delitos sexuales en perjuicio de ex empleadas que trabajaban bajo su mandato – será formalmente demandado en el fuero penal y deberá responder a las acusaciones ante la justicia, incluso por el delito de violación. Cabe señalar que la Fiscalía había dudado previamente sobre si incluir este delito en la demanda o no, debido a que los abogados defensores de Katzav pusieron en duda la credibilidad de la demandante, e intentaron demostrar que era – como mínimo – mentirosa patológica y extorsionadora.

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Esta decisión de la Fiscalía no significa que Katzav haya sido condenado o hallado culpable o responsable de alguno de los delitos de los que se lo acusan. Habrá juicio y será el tribunal quien decida.

Pero tiene, a mi entender, algunas implicaciones más que importantes, a saber:

Toda mujer que sea víctima de acoso sexual, abuso, violación o cualquier delito en su contra debido a su condición de mujer, sabrá a partir de ahora que no importa quién sea el agresor o qué cargo ocupe, deberá responder ante la justicia.

katzav20copyTodo hombre que intente aprovecharse o se aproveche de una situación de desventaja de una mujer o, en cualquier caso, abuse de ella, la acose o cometa contra ella cualquier delito, sabrá que llegará el día en que tenga que sentarse en el banquillo de los acusados, aunque disponga del dinero para contratar a los mejores abogados, expertos en relaciones públicas y asesores de imagen y prensa.

Toda mujer que sea víctima de un delito de índole sexual sabrá que ningún intento de difamación o ataque contra su credibilidad tendrá por sí solo un efecto probatorio acerca de su acusación y su testimonio.Ninguna descalificación pública tendrá efecto en la acusación. Podrá testimoniar ante la justicia y relatar los hechos tal como los vivió y los sintió, y exponer ante los jueces su verdad. Dicho sea de paso, toda aquella a la que se le ocurra inventar una acusación de delito sexual contra un hombre (que también las hay) sabrá que deberá sostenerla ante un tribunal.

Todo ciudadano israelí, sea quien fuere, hombre o mujer, con el cargo, el puesto y la posición social que sea, sabe hoy que en Israel la justicia existe y que – tarde pero seguro – cae sobre los delincuentes y da la posibilidad de defensa a los inocentes.

En este Día Internacional de la Mujer, siento que estamos a mitad de camino, entre el progreso y el fracaso, entre los logros y lo mucho que todavía falta por hacer. Pero al menos el sistema judicial israelí nos ha dado una pequeña esperanza y hoy casi casi me animo a confiar en que Será Justicia.

 

Mujeres palestinas, rotas y asustadas

Por Ricardo Mir, Xornal.com (A Coruña)

Su tío empezó a violarla cuando tenía seis años. Su abuelo la ataba a un árbol, le pegaba y le daba tierra para comer. Su madrastra la encerraba durante días sin comida en una habitación y, a veces, le forzaba a comer excrementos. Y su padre intentó matarla con un cuchillo tras acusarla de ser una puta. Estos son algunos de los estadios del terror que han marcado la vida de Walla, una mujer palestina de 18 años, que encontró la libertad al entrar en el único centro de acogida para mujeres maltratadas que existe en los territorios palestinos.

Mehwar está a las afueras de Belén y su arquitectura recuerda a la de una cárcel moderna, con muros imponentes, verjas de hierro y una garita de seguridad a la entrada. “Aquí llegan solo los casos más extremos, mujeres que han sufrido abusos durante 10 o 20 años”, explica Naji Ibrahim, directora del centro Mehwar, dependiente de la Autoridad Nacional Palestina. “Llegan rotas y asustadas, con la autoestima bajo cero. Nuestra misión es hacer que se sientan seguras y en casa. Muchas reciben asistencia psicológica y con el tiempo se ponen a estudiar o a trabajar porque, para su reintegración, necesitan ser independientes”, prosigue la directora. Desde su puesta en marcha en marzo del año pasado, 79 mujeres, 19 de ellas con niños, han buscado refugio en el centro.

 

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Falta de privacidad

La gran mayoría pide ayuda tras sufrir abusos sexuales en el seno de la familia. “Su calvario empieza cuando tienen entre 6 y 11 años. Las viola el padre, el tío o el hermano y los abusos se prolongan durante años”, explica Ibrahim. No existen datos oficiales para medir la incidencia del incesto en Palestina, pero a tenor de los casos registrados por Mehwar, es muy elevado.

La explicación podría estar en la propia idiosincrasia de la sociedad palestina, una sociedad tribal de familias extendidas, donde padres e hijos viven a menudo con sus respectivas familias en una misma vivienda. “En muchas casas no hay prácticamente privacidad, viven todos juntos en espacios reducidos. Algunas comunidades, además, se han convertido en mundos herméticos por las restricciones de movimiento impuestas por Israel”, opina Ibrahim.

Abusos interiorizados

A Mehwar llegan pocos casos de mujeres maltratadas por sus maridos. “Aunque les peguen tres veces al día, ninguna abandona el hogar”, explica la italiana Elena Gentili, trabajadora social de Mehwar. Los abusos están tan interiorizados que, según una encuesta reciente, siete de cada diez mujeres árabe-israelíes –teóricamente más emancipadas que sus vecinas palestinas– no consideran que las bofetadas, los insultos o las humillaciones del marido constituyan casos violencia doméstica.

Las palestinas que no aguantan más se encuentran en un callejón sin salida. No reciben ayuda económica de la Administración, a diferencia de las mujeres israelíes, y socialmente pasan a ser unas apestadas. “Si se van de casa pierden los hijos y la reputación. La gente las considera mujeres indignas”, añade Gentili. Además solo tienen a su disposición dos centros de acogida: Mehwar, en Belén, y otro de emergencia en Jericó, donde la estancia máxima se reduce a un mes.

Hasta hace algún tiempo, explica Gentili, se empleaban también como refugio viviendas particulares, intencionalmente secretas, pero su verdadera naturaleza pasaba enseguida a ser dominio público.

Papel mojado

Las leyes palestinas castigan el incesto y el maltrato, pero sus mecanismos de implementación dejan mucho que desear. Los tribunales tardan años en dictar sentencia y en muchos casos, según los expertos, se absuelve a los maltratadores antes de haber examinado las pruebas. Incluso cuando los culpables acaban en la cárcel, muchos recurren al soborno y tardan muy poco en volver a la calle.

Protegida por los muros de Mehwar, Walla ha recuperado la sonrisa. “Me siento fuerte y ya no tengo miedo. Puedo dormir con la luz apagada y la puerta cerrada porque aquí hay gente que habla conmigo, me da cariño y me protege”, dice mientras una de las trabajadoras sociales del centro la abraza y le acaricia el pelo.

Ha vuelto a estudiar y sueña con ir a la Universidad, pero Walla sabe que su reintegración social no va a ser fácil. “Mucha gente no quiere contratarlas porque piensan que la familia irá a buscarlas. La culpa en esta sociedad patriarcal siempre recae sobre la mujer”, concluye la directora del centro, Naji Ibrahim.

Día de Lucha Contra la Violencia de Género: En memoria de las mujeres…

25 de noviembre, Día de la Lucha Contra la Violencia de Género, es el Día de Homenaje a la Memoria de las Mujeres (Iom Hazicarón*). Es el día del calendario en el que recordamos a nuestras víctimas en la «Guerra de Resistencia» letal, que llevan a cabo contra nosotras, desde hace miles de años, los hombres violentos.

 Es el día en el que inclinamos nuestras cabezas por las niñas que fueran víctimas de acoso y violencia sexual por parte de padres, hermanos, abuelos, tíos y otros hombres «cercanos». Por las que fueran víctimas primero de un pariente y luego de un proxeneta, que las empuja primero a la adicción a las drogas y luego a la prostitución y las transforma en un objeto sexual que se puede vender una vez y otra, y otra y otra más al mejor postor, hasta que queda satisfecho o se siente hastiado.

Recordamos a las niñas que fueran torturadas, violadas y asesinadas en los llamados «asesinatos por el honor familiar» o sólo por crueldad y maldad, y a quienes ha vuelto a matar la indiferencia y la soledad.

Es el día en que recordamos también a la pequeña Rose, la de la sonrisa triste, una niña a la que nadie quiso lo suficiente como para defenderla de los incesantes ataques de sus propios familiares más cercanos. Ataques que terminaron en asesinato. Y a todas las niñas que son víctimas de abusos y ataques similares en este mismo instante y las que lo serán en los próximos días, en las próximas semanas y los próximos meses.

25 de noviembre es el día en que nos unimos a las mujeres que son víctimas de la violencia cotidiana de un compañero violento. A aquellas a quienes la «violencia en la intimidad» las oprimió y las transformó en «mujeres golpeadas». A aquellas a quienes una ráfaga de celos violentos les hizo perder la vida.

A las mujeres que se vieron obligadas a permanecer junto a un marido violento o maltratador, porque el sistema judicial en Israel no les permitió divorciarse o separarse de él.

A aquellas a quienes la situación económica, la presión social o la falta de alternativa las obligaron a permanecer en un hogar donde corrían peligro.

Y a todas las mujeres que también hoy, mañana y pasado, seguirán sufriendo maltrato físico y psicológico en sus casas, y serán asesinadas por un marido celoso y posesivo.

Es el día en que volvemos a ver el milagro de la valentía y la supervivencia de las mujeres que fueran víctimas de violación, abuso y acoso sexual. Mujeres jóvenes que fueran abusadas y aprovechadas por hombres en quienes confiaban y con quienes compartían alguna parte de sus vidas. Mujeres que fueron obligadas a tener relaciones sexuales con un amigo y a veces con amigos del amigo. Mujeres que fueron acosadas o abusadas sexualmente por sus empleadores, colegas, profesores, líderes espirituales y religiosos, médicos, psicólogos, maestros.

Mujeres que esperaban y pedían justicia al sistema judicial israelí y se toparon con una gran pared, con indiferencia, ineficiencia y hasta con la culpabilización de la víctima.

El Día del Recuerdo es, por naturaleza, doloroso, difícil, triste. Su función es recordar cosas difíciles de recordar.

De todos modos, es más fácil recordar cuando después del Día del Recuerdo llega el Día de la Independencia, que trae la esperanza y alivia un poco el dolor y la desesperación. Pero el Día de Recuerdo de las Vïctimas de la Violencia de Género no nos lleva a ningún Día de la Independencia. La situación de las mujeres en Israel no mejora y puede llegar a empeorar en vista de la crisis económica global y sus consecuencias sociales. Los terribles hechos descriptos siguen sucediendo en Israel y la pregunta es por qué, y por qué no se avecina ningún cambio.

Entre otras cosas porque para cambiar, para liberarse, para lograr la independencia, no es suficiente recordar, también hay que luchar. Hay que ponerse de pie juntas, como grupo, establecer metas colectivas, presentar exigencias y luchar por ellas. Hay que unir fuerzas, cerrar filas, actuar con solidaridad y en conjunto. También junto a los hombres no violentos, no abusadores, no acosadores, que quieran unirse a esta lucha.

Junto con ellos debemos exigir de nuestras autoridades leyes civiles de matrimonio y divorcio. Exigir de nuestro sistema de justicia un trato respetuoso y humano. Exigir de la policía que haga cumplir la ley y nos proteja. Exigir que haya educación para la igualdad y el respeto mutuo. Exigir en los lugares de trabajo protección contra el acoso sexual. Exigir de quienes nos rodean que no sean indiferentes y tengan su propia idea sobre el asunto. Exigirnos a nosotras mismas valentía y apoyo mutuo.

Si sabemos luchar por mejorar nuestras condiciones de vida como grupo, ésa será una lucha contra la violencia de género que nos llevará a la independencia y no se terminará en el recuerdo de las víctimas. Hasta entonces, la lista de víctimas que habremos de recordar sólo aumentará.

violencia

Fuente:

Dra. Orit Kamir (Ynet)

*Iom Hazicarón es el Día de Recuerdo y Homenaje a los Soldados Caídos en las Guerras de Israel y en Atentados Terroristas. Al término de este día solemne se celebra el Día de la Independencia.

Irak: Las violaciones son armas de guerra y las mujeres, el botín

Tres hombres la siguieron en un automóvil Opel blanco después que ella subiera a un taxi desde su casa – ubicada en el distrito de Qadissiya, en la ciudad santa iraquí de Najaf. La doctora Khaula Al-Tallal (50) trabajaba en el comité médico que examina a los pacientes y evalúa qué beneficios sociales recibirán. Lamentablemente, Khaula era una mujer en un país donde ser mujer y profesional es cada vez más una invitación a la pena de muerte. Cuando comenzó a caminar hacia su casa, uno de los hombres que ocupaban el Opel blanco descendió y perforó su cuerpo a balazos.

 La activista por los derechos de la mujer Umm Salam (nombre ficticio) conoce muy bien a los hombres del Opel blanco, ya que también a ella trataron de asesinarla. A pesar de haber quedado herida, igual que su hijo que se encontraba junto a ella, alcanzó a ver a los atacantes y está convencida de que trabajan para el estado.

 Los ataques mencionados no son incidentes aislados, incluso en Najaf, una ciudad exclusivamente chiita y que se mantiene relativamente al margen de la violencia. Cuerpos de mujeres jóvenes han aparecido en sus polvorientos callejones, plazas y avenidas, rodeadas de enloquecidas jaurías urbanas.

 

 

A los iraquíes no les gusta hablar del asunto, pero todos saben bien lo que está sucediendo. Si una mujer es secuestrada y nadie pide rescate significa que fue secuestrada para ser violada. Incluso cuando las mujeres son secuestradas, violadas y luego puestas en libertad, la respuesta de sus propias familias suele ser matarlas, al parecer para preservar el honor.

 

En Iraq, las mujeres viven con miedo debido a las alarmantes cifras – que mes a mes van en aumento – de asesinato violento de mujeres. Elllas son asesinadas por pertenecer a la secta enemiga, por realizar trabajos que los militantes fanáticos consideran inadecuados, tales como en hospitales, ministerios y universidades. Y mueren también porque son los objetivos más «fáciles» para las bandas de criminales sin control en Irak.

 Las mujeres en Irak viven con terror de expresar sus opiniones, de hablar, de ir a trabajar, de desafiar las estrictas prohibiciones relacionadas con la vestimenta, y las reglas de comportamiento, que imponen los militantes islamistas, tanto chiitas como sunitas. Viven también con miedo a sus maridos, y a todo un sistema que en la posguerra le ha quitado el poder a los juzgados de familia y se lo ha otorgado a los clérigos.

 

Tenebrosos resultados de una investigación «en el terreno»

El periódico británico «The Observer» ha realizado una investigación de un mes en Irak tras la cual concluyó que las mujeres son seriamente discriminadas y su situación en relación con los derechos más elementales es idéntica a la de las mujeres en la Edad Media. En zonas como el bastión de la milicia chiita, Sadr City, en Bagdad oriental, las mujeres han sido golpeadas por no llevar calcetines. Ni siquiera llevar cubierto desde la cabeza hasta los tobillos es suficiente para los fanáticos. Algunas mujeres han sido amenazadas de muerte por no llevar la Abbaya (el chador iraquí). Infomres similiares se registran en Mosul, donde son los extremistas suníes los que imponen la ley, así como en Kirkuk, Karbala, Basora y otras ciudades. La investigación del periódico da cuenta de cómo los mismos miembros de las sectas que se ocupan de la vigilancia fanática del pudor de sus mujeres son responsables del secuestro y violación de mujeres fuera de sus sectas y comunidades.

 Yanar Mohammed, que encabeza la organización «Mujeres iraquíes por la Libertad», relata acerca de una activista cristiana, que fue amenazada de muerte por no usar velo. «Ella debía regresar a su casa, cada día, caminando a través del barrio Jaish Al Mahdi, una zona controlada por las milicias chiitas islámicas. El hecho de que no use velo es para los hombres del lugar una especie de señal de que pueden abusar de ella. Hace algunas semanas, un hombre comenzó a seguirla y a decirle que quiere mantener relaciones sexuales con ella. Él le aclaró que como de cualquier modo lo haría y que si ella no estaba de acuerdo, la secuestraría. Además, agregó que dado que él iba armado, ella debía aceptar un ‘matrimonio por placer’, o sea una unión sexual temporal celebrada por un clérigo».

 Esta fuerte anécdota es una más de las que acumulan organizaciones como la de Yanar Mohammed o la «Red de Mujeres Iraquíes», dirigida por Hanna Edwar, quien advierte que «la violación se está usando como un arma en la guerra sectaria, para humillar a las familias de comunidades rivales. La violación ha pasado a ser un elemento en el ajuste de cuentas entre sectas».

 En este sentido, Yanar Mohammed cuenta cómo una niña chiita fue secuestrada, violada y arrojada a un basural en el barrio Husseiniya de Bagdad. La represalia fue el secuestro y la violación de varias niñas suníes en la zona de Rashadiya.

«Hay historias similares en todo Irak», afirma Aida Ussayaran, ex ministra de Derechos Humanos y en la actualidad una de las mujeres que integran el Consejo de Representantes. «Nosotros culpamos a las milicias, pero cuando hablamos de milicianos debemos saber que muchos son miembros de la policía. Hoy en día, toda familia que tenga una joven que se ve bien no desea enviarla a la escuela o a la universidad y cuida de que salga a la calle con el velo», explica la funcionaria.

 «Ésta es la peor época que hayan vivido las mujeres en la historia iraquí. En nombre de la religión y del conflicto sectario, están siendo secuestradas, violadas y asesinadas. Y nadie habla de ello», advierte Ussayaran.

Si bien los ataques contra las mujeres han sido durante mucho tiempo el secreto sucio de la guerra de Irak, el gran nivel de violencia actual provocó que saliera a la luz. Las descripciones de asesinatos y ataques hechas por mujeres iraquíes son similares, recurrentes, escalofriantes. Se trata de una violencia que no sería posible sin una amplia,masiva y permisiva brutalidad hacia las mujeres, que impregna «el nuevo Irak» en su totalidad.

 

Crímenes por honor: Durmiendo con el asesino

 

En los primeros ocho meses de este año, al menos 29 mujeres resultaron muertas por crímenes de honor en Siria.

Esta semana se realizó en estos días un foro de tres días sobre los crímenes de honor, en el que participaron religiosos musulmanes y cristianos, parlamentarios, abogados y funcionarios del ministerio de Justicia y Bienes Islámicos, que lo ha organizado en forma conjunta con la Comisión Siria para los Asuntos de Familia. Este tipo de violencia es protegida por la Constitución siria, que impone penas reducidas cuando un hombre mata a la esposa, madre, o hermana «en caso de adulterio o de contactos sexuales inmorales con una tercera persona». La mayoría de los participantes en el foro recomendaron derogar esas leyes y pidieron a líderes religiosos musulmanes y cristianos que prediquen contra estos crímenes.

Pero no todos estuvieron de acuerdo. Al menos tres diputados que estaban allí presentes se opusieron a las conclusiones del foro y advirtieron que no apoyarán semejante propuesta si es sometida a votación parlamentaria.

 

¿De qué hablamos cuando hablamos de muerte por honor?

En Irak, una joven de 19 años fue asesinada por sus familiares por tener el número de teléfono de un desconocido (para ellos) en su celular. En la ciudad israelí de Ramleh, el deseo de libertad de Nadia Abu Amar no pudo ser tolerado por su propia familia. Ni siquiera el hecho de haber escapado a un refugio para mujeres en Jerusalem pudo salvarla de ser asesinada por sus parientes varones para «salvar el honor de la familia». El jefe de policía regional que investigó el caso de Nadia en Ramleh, indicó que incluso si una mujer árabe habla por su teléfono celular o le sonríe al hombre se considera que ha violado el honor de su familia.

Casos como estos se repiten a diario en todo Medio Oriente. Cientos de mujeres y niñas son asesinadas cada año por sus familiares, que consideran que han hecho un «mal uso» de su sexualidad. Además, gran parte de estos crímenes no se denuncian, ya que se consideran asuntos familiares privados.

Esta arraigada costumbre proviene de las poderosas y estrictas normas tribales pre-islámicas del mundo árabe, según las cuales la mujer es reponsable por la decencia de su familia y su grupo social, y los hombres deben defenderla a cualquier precio. Una mujer o niña deben pagar con su vida cualquier deshonor y son las únicas responsables de la protección de su virginidad. La pérdida de la virginidad, considerada el bien más preciado, en cualquier incidente que no sea «un buen matrimonio», conduce inevitablemente a la muerte. Incluso víctimas de violación han sido castigadas, ya que no importa si la virginidad o el honor se perdieron con o sin consentimiento de la mujer.

Entendidos en la materia que interpretan el Islam desprovistos de fanatismo aseguran que es sorprendente que las familias justifiquen los asesinatos por honor en nombre del Islam , ya que no es posible encontrar una sola norma o precepto que así lo mande. Para el caso de adulterio , explican, el Islam tiene previsto un procedimiento legal y describe todos sus pasos, pero en ningún momento contempla el asesinato.

 

 Las mujeres, víctimas de las circunstancias políticas

El sitio web «CSMonitor» informa que desde que comenzaran los enfrentamientos entre las facciones palestinas Hamás – que domina de facto la Franja de Gaza – y Al Fatah – al frente de la Autoridad Nacional Palestina – han aumentado notablemente los asesinatos por honor de mujeres palestinas. Debido a la continua violencia entre las partes, a la falta de recursos y de conocimientos, la Autoridad Palestina no ha sido capaz de desarrollar un marco coherente y constructivo para luchar contra los asesinatos por honor y, en general, contra la violencia que padecen las mujeres.

En general, y en toda la región, puede señalarse la complicidad por medio del silencio y la inacción de políticos y legisladores ante la vigencia de las leyes tribales fundamentalistas. Se puede concluir, entonces, que a menos que exista una reforma social endógena de los conservadores dentro de las sociedades, islámicas y no islámicas, cualquier esfuerzo externo e incluso legal será inútil.

Así las cosas, las mujeres viven bajo un régimen de miedo y opresión incluso en el ámbito donde deberían sentirse más cómodas, respetadas y tranquilas: el hogar y la familia. Y los asesinos, no sólo caminan libremente sin que nadie se atreva a cuestionar sus crímenes, sino que se consideran defensores del honor y la justicia.

 

 *Los datos incluidos en esta nota fueron obtenidos en las siguientes fuentes: «The Independent», «Boston Globe», «CSMonitor».